Cuando los bancos se preparaban para retomar la intermediación financiera, el periodo de gracia determinado por el Gobierno vuelve a congelar su actividad. Asoban y Asofin explican a Economy cómo les afecta la medida y la forma en qué enfrentan este periodo
Esta no es solo una crisis de salud pública, es una crisis que afectará a todos los sectores, por lo que cada sector y cada individuo deben participar en la lucha, afirmaba hace un año el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom.
Y no se equivocaba; a la fecha la enfermedad no solo se ha cobrado millones de vidas y dejado a su paso decenas y hasta cientos de miles de contagiados en cada nación, sino que ha deteriorado la economía global a tal punto que se prevé una recesión mayor a la provocada por la II guerra Mundial y que más de 100 millones de personas serán arrastradas a la pobreza. La economía también se contagió coronavirus.
El sistema financiero figura entre los sectores afectados. El congelamiento de pagos provocado por el confinamiento determinado en prácticamente todos los países del globo en el intento de frenar la propagación del virus, se extendió en Bolivia a casi diez meses durante 2020 y volvió a ampliarse seis meses más en 2021 a través de un período de gracia determinado por el nuevo Gobierno, a pesar de que en diciembre las autoridades económicas descartaron la ampliación de la medida.
Ese impacto que trasciende la salud pública, sin duda afecta la salud del sistema financiero. En balanza se encuentran el dar un respiro a los prestatarios afectados en su actividad económica y por el otro lado, la preservación de la estabilidad del sistema financiero. Economy consultó a los representantes de las principales asociaciones gremiales de la banca para conocer, desde adentro, el impacto de la extensión del diferimiento, medicina prescrita por el Gobierno para aliviar el impacto del coronavirus a todos quienes tienen un crédito bancario y no pueden pagarlo.
“El sistema financiero en su conjunto ha finalizado la gestión 2020 con resultados que cayeron 60%, dando cuenta de la afectación del sector ante la situación de pandemia. No obstante, este resultado no refleja el conjunto de efectos que alcanzan al sistema financiero, ya que sus ingresos financieros se calculan considerando el correspondiente al diferimiento, el que no ha recibido y su recuperación es incierta. Por tanto, en perspectiva, el sistema bancario encara un alto grado de incertidumbre, pudiendo derivar en resultados más adversos”, aseguró a Economy el secretario ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban), Nelson Villalobos.
Por su parte, el secretario ejecutivo de la Asociación de Entidades Especializadas en Microfinanzas (Asofin), Marcelo Diez de Medina, explicó a Economy que la gestión cerró con el sello de la pandemia sobre todo en el nivel de operaciones de intermediación financiera.
“Sin embargo, la solvencia medida por los niveles de coeficiente de adecuación patrimonial se mantiene conforme a la normativa vigente en todas nuestras asociadas”, aseguro el ejecutivo.
La prueba de fuego
Sin duda, el período de aislamiento puso a prueba la salud de todo el sistema financiero que enfrentaba la llegada del virus con una fortaleza construida durante muchos años. Pero aun venía una prueba mayor. Mientras las entidades financieras se preparaban para reanudar el ciclo del crédito una vez que se había cumplido el plazo de extensión del diferimiento, varios sectores de la economía comenzaron a organizarse para pedir una ampliación.
Ante la protesta de gremiales y transportistas, el Gobierno decidió poner en vigencia un período de gracia de seis meses para la reprogramación y el refinanciamiento de las obligaciones crediticias.
Una vez que la medida entró en vigor, las entidades financieras advierten la complejidad de operar cuando se cierra ingreso de recursos para este sector.
El primer impacto, asegura el secretario ejecutivo de Asofin es que las entidades no cuentan con suficientes recursos para canalizar créditos; y el efecto es en cadena. “La consecuencia de otorgar menos préstamos incide sobre la rentabilidad, tanto de las entidades financieras como de sus clientes”, asegura.
Desde Asoban, Villalobos señala que el diferimiento de 2020 generó una afectación que representa 1,4 veces el patrimonio de la banca.
Naturalmente, la rentabilidad fue afectada. Aunque los bancos múltiples registraron una utilidad del 5%, es menor al de gestiones pasadas y se refleja directamente en la capacidad de expansión crediticia.
Básicamente, explica Villalobos, “existe una relación directa entre el patrimonio de las entidades y su capacidad de expandir la cartera, de ahí la relevancia de generación de utilidades en el sistema financiero”.
Otro de los afectados es la capacidad de generar flujo de recursos que llegan al sistema y que se intermedian a través de créditos. Con el diferimiento de 10 meses de cuotas de préstamos, el sistema no ha recibido $us 3.543 millones entre capital e intereses “que son necesarios para dar continuidad al funcionamiento de las entidades y cumplir con sus ahorristas, acreedores, proveedores y personal, además de recuperar el capital que ha sido colocado”.
Las microfinanzas sintieron con mayor intensidad esta reducción de flujo precisamente por el alto grado de intermediación que exige una actividad tan dinámica como la micro y pequeña empresa.
“A diferencia de la banca tradicional, las microfinanzas se caracterizan por una aplicación intensiva de sus activos en cartera de créditos, pues representa en promedio el 80% del total del activo. Siendo esa la principal fuente de ingresos, las medidas de diferimiento afectaron más a las entidades con mayor proporción de cartera como parte de sus activos”, afirma.
“El sistema debe ser preservado en su conjunto, ya que la situación de vulnerabilidad de algunas entidades podría conllevar efecto contagio a otras”, asegura el ejecutivo.
Dejar de pagar
Para Villalobos, una de las principales y “más preocupantes” consecuencias del diferimiento es el deterioro en la moral de pagos de los prestatarios.
“El sistema bancario en particular, y financiero en general, se hallan muy preocupados por los alcances de las medidas, los que en muchos casos han sido utilizados por los prestatarios para acogerse al diferimiento, sin haber visto afectados sus ingresos, como es el caso de los dependientes. Esta situación causa alarma en el sistema bancario, pues el deterioro en la cultura de pagos puede afectar la mora del sistema y deteriorar la solvencia de las entidades”, asegura.
El empresario mira con optimismo el horizonte. “El sistema espera que en los próximos meses se observe un retorno a la continuidad de cumplimiento de las obligaciones, ya que de seguirse postergando se pone en riesgo el adecuado funcionamiento de las entidades”.
Más allá del horizonte
Aunque los signos vitales del sistema financiero están estables, los ejecutivos señalan efectos en el largo plazo que podrían afectar su salud. Al igual que la actividad económica mundial, apunta Diez de Medina, “el impacto será una disminución de las expectativas por alcanzar mejores niveles de ingresos, aunque paralelamente nuestras asociadas están realizando importantes avances, especialmente apoyadas en nuevas tecnologías, para brindar servicios más rápidos, seguros y a bajo costo para nuestros clientes, ahorristas y prestatarios”.
Para Villalobos el efecto se sentirá en indicadores claves del sistema como la mora y que llevaron muchos años para estabilizarlos y alcanzar niveles óptimos. Antes de la cuarentena, el sistema financiero ostentaba niveles muy bajos de morosidad en los que el microcrédito se ubicaba a la vanguardia con cifras menores al 1%.
“En el mediano y largo plazo, se prevé un aumento de la cartera en mora, ya que la calificación de los prestatarios se ha mantenido invariable por prácticamente toda la gestión, sin afectar el nivel de mora e incluso reduciéndolo. No obstante, esa situación no refleja a cabalidad la capacidad de dar continuidad al cumplimiento de pago de los prestatarios”, dijo.
Y en caso de que estas operaciones no sean honradas oportunamente “terminarían impactando la solvencia de las entidades ante la no recuperación del crédito otorgado”.
¿Qué hacer?
Los expertos aseguran que si bien la economía mundial muestra señales alentadoras de recuperación, estas son leves y aún es pronto para hablar de una recuperación total. En este escenario, el sistema financiero se prepara para la nueva normalidad. El tema de fondo es lograr la recuperación de los clientes, los que pagan los créditos. Como dijo alguna vez un banquero especializado en microfinanzas, si al cliente le va bien, al banco le va bien.
Para este año, asegura Villalobos, el sistema bancario espera que se regularice la recuperación de flujo por concepto de recuperación de cartera e intereses de los préstamos, que a su vez permitirá retomar, parcialmente, los ingresos financieros efectivamente recibidos.
“En ese sentido, se prevé contar con recursos frescos que permitan continuar aportando al crecimiento del país a través de la sana intermediación de recursos, función principal del sistema bancario. No obstante, las proyecciones no son del todo alentadoras, ya que está en curso un periodo de gracia de 6 meses que desde ya afecta al desempeño de la gestión”, agrega.
Para las entidades especializadas en microfinanzas la primera acción está encamina a impulsar la reactivación de sus clientes que corresponden a sectores de bajos ingresos. “Sin embargo, esa tarea debe ser parte de un esfuerzo nacional entre todas las organizaciones del sector privado y público, para generar una estrategia nacional de inclusión financiera que apalanque en forma integral a la población, posibilitándole realizar sus emprendimientos y/o recuperar sus negocios en forma sostenible, señal de que se inició la reactivación económica de las micro y pequeñas empresas”, explica Diez de Medina.
Las entidades se preparan para el congelamiento de actividades
Durante la pandemia, la actividad financiera en Bolivia prácticamente se paralizó. Desde marzo a diciembre de 2020 la cartera no mostró movimientos significativos. El período de gracia de este año volverá a dejar en ‘status quo’ a la actividad financiera.
“Al igual que al total del sistema financiero, la cartera diferida estuvo prácticamente congelada por 10 meses hasta diciembre”, aseguró Marcelo Diez de Medina, secretario ejecutivo de Asofin.
Por su parte, Nelson Villalobos de Asoban, asegura que se realizará periódicamente análisis de su situación de liquidez, de las inversiones de menor plazo y de los flujos que continúan percibiendo o han reiniciado su cumplimiento de obligaciones por parte de los prestatarios.
“Esas son las principales fuentes de flujo inmediato con que cuentan las entidades para responder a sus obligaciones. Las entidades también revisan sus costos operativos para dar continuidad a su gestión, haciendo eficiente el uso de recursos y reduciendo gastos”, agrega.
¿Qué hizo el sistema financiero en este período? Canalizar liquidez al público, esencialmente.
Cerramos el 2020 con un doble sentimiento, dice Diez de Medina. “El primero de gran satisfacción de carácter social, porque nuestras entidades a través de la dedicación de su personal, estuvieron también en la primera línea de batalla contra la pandemia, atendiendo las necesidades de los clientes, efectuando los pagos de bonos otorgados por el gobierno, orientando con medidas preventivas de bioseguridad y capacitando en el manejo de la tecnología aplicada a las operaciones bancarias”.
El segundo, agrega, “De tristeza, porque estas actividades también afectaron la salud y vida de nuestro personal, con quienes estamos infinitamente agradecidos por su impagable ejemplo de responsabilidad”.